Cobardía
Nunca fui capaz de amar a nadie
y tú eras consciente de aquello
el día que decidiste traspasar la línea.
Me viste partir en dos las ilusiones
de casi todas tus amigas,
me viste irme de fiesta y liarme con un par
mientras mi novia de turno me esperaba llorando.
Tú sabías perfectamente
que yo vivo por y para el sexo,
por y para mí.
Soy un hedonista moderno
o un gilipollas,
según cómo prefieras enfocarlo.
Pero mordiste el anzuelo
sin ni siquiera haberlo tendido.
Me acompañaste a casa,
te metiste en mi cama
y te convertiste en una fiera desconocida para mí.
Absorbiste todos mis embistes
como si algo en tu genética
te empujara a embeberte de mí.
Gemiste y lo disfrutaste,
pero fuiste estúpida como las demás
porque te enamoraste de mí.
Comenzaste a llamarme cada noche,
a enviarme mensajes de buenos días cargados de ternura,
a buscarme en las fiestas
para marcar tu territorio frente a las otras pretendientas.
Te enfadabas y gritabas,
haciéndomelo pagar con sexo salvaje en la cama,
aun sabiendo que horas antes de que llegaras
me estaba follando a otra.
Al final
tomaste la decisión inteligente de alejarte,
no sin antes ponerme a parir
y reclamarme toda mi falta de afecto.
Perdía a una amiga
pero ambos ganábamos en tranquilidad.
Seguí con el rumbo de mis días
hasta que recibí tu llamada meses después.
Dijiste estar harta de príncipes inexistentes
y de tantas mentiras,
soltándome una charla acerca de la falsedad del amor.
Querías sexo,
nuestra lujuria.
Acepté, evidentemente.
Follamos como animales hasta que te cansaste
y,
fumándote un cigarro,
me contaste que lo que pasaba es que temías enamorarte otra vez,
por lo que preferías mil veces acostarte conmigo sin ataduras
a darlo todo por alguien
con la incertidumbre de si irá o no bien.
Me carcajeé justo antes de echarte de casa para no volver.
Con un cobarde es más que suficiente.
De mi blog: http://myowncarpediem.blogspot.com.es/
