El corazón no deja de latir en mi pecho, descocado, como loco de alegría, impidiéndome dormir por las noches. No me lo creo. No puedo tener tanta suerte, me cuesta creer que por fin todo va bien.
Te veo sentado en clase, mirándome con tus ojos grandes y brillantes y me veo obligada a apartar la mirada si quiero seguir respirando. Es divertido formar parte de un "nosotros" después de tanto tiempo siendo sólo yo. Pero las horas lentas y pesadas del fin de semana me desgarran a fuego lento, hasta que te vea y se curen todos mis males con tan solo una de tus sonrisas.
"Nunca voy a cansarme de ti", dices, y ni idea tienes de lo que provocas en mi interior. "Me gusta que seas lenta, tonta y pesada", y ya soy feliz.
Si fueras consciente de las horas que paso escribiendo tu nombre en mis labios en un vano intento de palear la necesidad que tengo de besarte a cada minuto, de abrazarte y no soltarte más...
Me encanta que seamos amigos, que me entiendas, que me hagas caso, que nos divirtamos, que me piques... Me encanta que sea tan evidente para los demás el hecho de gustarnos, como si el universo entero hubiese conspirado en favor nuestro. Me gusta creer que estarás aquí conmigo toda una vida, o dos, o las que sean, juntos. Porque es lo que me impulsa a luchar, el saber que estarás conmigo.
Y quizás no soy capaz de decírtelo, pero espero que sepas que te quiero.
