En el otro lado del mundo, las calles repletas de gente y automóviles. Una señora mayor sigue dando de comer a los patos sentada en un banco en el parque, las tiendas aun abiertas, en una de ellas hay un señor discutiendo con la empleada por una equivocación inocente en lo que le tiene que cobrar. Todo esta lleno de vida, lleno de personas que disfrutan de su vida al margen de los demás. No muy lejos de allí, en un antiguo bloque de apartamentos, un chico miraba las estrellas desde su balcón. Fantaseaba con lo que había más allá de ellas. Sonrío por la estupidez que acababa de pensar, moviendo la cabeza.
Ahora miraba las calles, llenas de luces y de coches, para algunos era algo espectacular, hermoso de ver. Para otros era solo contaminación acústica y lumínica, como en su caso.
Ahora el horizonte, Berlín dificultaba ver más allá de los edificios. Justin odiaba vivir allí, pero pronto se iría, solo quedaban meses para volver a su país.
Su pelo rubio le tapaba medio ojo. Sus ojos azules, eran muy claros, casi transparentes que cuando los mirabas te atrapaban. Además, Justin era alto, muy atractivo y con un cuerpo muy bien formado y dotado.
Pensaba en su antigua casa, en sus amigos, en aquella chica que había dejado atrás para venir a estudiar a Berlín. Todavía le dolía, recordaba la despedida como si fuese ayer. La amaba y aunque se fuese desgastando con el tiempo, todavía quedaba algo de lo que fue aquella persona, ya no se acordaba de su nombre pero si de su gran belleza.

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