Quiero ir a las calles de Madrid y gritar revolución,
que la libertad lleva escrita nuestro nombre,
ya sabes, que quedara mucho mas.
Y te escondes por avenidas y bares de mala muerte, esperando que se yo, a tu media naranja, o que se yo, la felicidad.
Corres hacia el abismo mas profundo, y caes, y te ahogas en litros de alcohol, esperando que se yo, quizás olvidar.
Y alzas la vista al cielo, y suspiras, y miras a la gente, con su ajetreada vida, tan despreocupada sin saber realmente lo que esconden, pero así todo, les ves felices.
Dime que narices se valora en un mundo en el que todo es aparentar, una casa de paredes blancas pintada de azar.
Y vuelves a las calles de siempre, con la esperanza de que algo bueno suceda, das rodeos sin sentido, esperando algo que sabes que no va a pasar, pero esperas, y te ríes sin motivo, bendito loco atrevido.
Y buscas excusas para llegar tarde, necesitas tus instantes de felicidad.
Y huyes de la sociedad o puede que de ti mismo.
Piensas que todo te abandona, que nada te pertenece, que jodido vació que sientes.
Y tragas aire y sonríes.
Y si, por unos instantes consigues ser feliz.
Como cuándo el primer rayo de sol del verano roza tu cara, como salir a correr por los charcos de lluvia y reír hasta que te duelan los papos.
Como cuándo eras un niño despreocupado.
Eso amigo, es la vida, un bonito vaivén de emociones y sentimientos, al fin y al cabo incontrolables, pero tan intensos, que sabes que al final todo esto valdrá la pena.
Un bonito vaivén de emociones es verdad ¡Y al final nos las quitarán y solo podremos aparentarlas! Como bien has dicho tu en tu texto. Un besoo.