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Mi Cuchillo y Yo Contra Escorpiones

No se si era la noche, o la parva de mates endulzados hasta la locura, las películas de Luis Campos y la idea de un arte alternativo y mandragórico,
pero de pronto nos sentimos como en una guerrilla cáustica en madrugada; el bunker nos protegía del mal arte y de las lluvias meteóricas; nuestros enemigos invisibles pugnaban porque no recibiéramos jamás otra película underground, una sola canción completa, un ideario realizado en verso, en prosa, en filmes de 16 mm. Si podían taponar los canales de donde mamábamos y respirábamos, estaríamos muertos... pero entonces aprendíamos a silbar, a conspirar bajito, como el acto inconsciente que en realidad era, natural, donde la censura de los mandatarios ignorantes no es sino la mugrecita en las cutículas, un pelo encarnado en la barbilla, supurando. Quizá esta minimización del enemigo, minimización puramente moral dentro de esta moral fusionada que ambos representábamos dentro del cuarto, era tan vital para la risotada contestataria como el aire de que se proveía para ser. Materializando permanentemente, bastaba una idea descolgada del perchero para reducir trajes de pana a trapos de payaso, millonarios en míseros, todo mientras claro obviábamos nuestra propia y reglamentaria miseria y la muerte en la que devendría finalmente.
Todo nos lo tomábamos personal, ("Sarkozy quiere matarme, Sarkozy quiere matarme" pensaba, sin atreverme a comentárselo, como tantas otras cosas...)

Todos los subterfugios por los que transitábamos como autómatas sencillos, pasajes que terminaban en la nada pues sin receptores adecuados las emisiones son como pedos en la costa de Mar del Tuyú, vacíos, idos, eran a su vez templo herrumbroso y habitáculo de las Deidades; ese pequeño Dios que nos fabricamos con un limón y marcador negro, montado en su altar inquebrantable, el tubo de cartón de un rollo de cinta acabado, adquirió con el tiempo un color ocre amarillento, una expresión solemne. El colmo del aburrimiento. Y sin pudrirse se iba arrugando, envejeciendo, fumando por sus poros el humo de mi LM ya fumado por mis poros; se fue pero sigue allí, protegiendo a sus fieles, reclinado sobre las múltiples ofrendas tímidas, chustas, monedas, fósforos perdidos y encontrados, mensajes y dibujos, ofrendas de tabaco y metal que nos asegurarían la protección y a posteriori, la última salvación. Cuán venerable, cuán milenario su aspecto de solemnidad... su aspecto, "el resultado de su muerte constante, de la conservación del culto a su muerte, característica principal de todos los dioses cristianos y no cristianos, eternizándose en un magnánimo suicidio, y..."

Si, estábamos locos, pero él se había dormido primero.
Gentio17 de marzo de 2014

3 Comentarios

  • Libelula

    Que buen texto .
    :)

    17/03/14 07:03

  • Albasilencio

    magnífico escrito. siempre es un placer leerte.
    saludos.

    19/03/14 10:03

  • Mejorana

    No sé si es porque son altas horas de la noche o qué, pero te tengo que decir humildemente que mañana con más tiempo te lo volveré a leer porque el título promete.
    Un beso, Gentío.

    21/03/14 12:03

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