Naciente
Cálida. Me lleva a otro verano
eléctrico
en tanta mañana lenta del junio
naciente
mi alma yo y mi cabeza
depredante
besamos tu comisura y tu palma.
Canta
tanta idolatría
cuando hago honor a tu nombre,
dios esconde la cabeza en una de sus nubes y llora,
aguacero ácido celoso.
Se le mudan los evangelios
al primer borde de mi oreja laberinto.
No lo necesitamos. Fijate:
Barro sustento alimañas soniditos cúmulos altos
dientes en la tierra
dias de veinticuatro mil horas
perros amistosos
miradas de indulgencia
premios y capacidad.
Naranjas frescas y sistemas digestivos. Un genio.
Aun así
abrigados con dos vueltas de cielo
hundidos en esa tierra lanuda
no hicimos más que evadirlo
haciendo nuestro otro mundo bajo los subsuelos de su nariz,
más cerca
más cerca del núcleo,
a velocidad cristales aglomerándose
haciéndose brillantes
cubriéndose de rojo
pidiendo mirada, pidiendo
te, si...
tan próximos al núcleo
henchidos de miedo,
actuando actuando.
Siempre pataleando risas,
hoyos en el suelo con nuestra marca.
Ecos muertos de miedo.
Todo propio producto tuyo producto propio.
Indefectiblemente, por algo se nos departió.
Puños al cielo, que el malestar parásito llega.
Sentado irremediable,
sin nada que hacer más que esto,
la tarea provoca miedo emoción y tendinitis.
Fumo en tu nombre
pego en tu nombre
callo en tu nombre. No debiste decirmelo,
mi retaila no se aguanta ni se conduce
corre
sin los ojos a simple vista sin meta
desnuda,
se calzaría la capa para aguantar
la roca
en tanta mañana lenta del junio
naciente
con tu fiebre y mi hielo magneto
tormenta
lágrima eclosión religión soporte, se salpican evangelios
al primer torcer de tu lengua.
Nos dicen bífidos. Soy serpiente
haciendo temas de cinco horas en picazones
de cinco minutos
en dos cabezas que se chocan, nos dicen una-
Y están tan en lo cierto. Te amo tanto.