Devoré todo el pesticida
[lo último era ya espeso]
y me dejó sabor a beso
y en el fondo, aroma a sida.
Quién creyera cualquier cosa,
afortunado como el pájaro
que vaga cargando cántaros
sin sed de bebida roja
y en el fondo
saber el privilegio nos destroza
a nosotros, andando sobre losas,
sin rescoldo.
Un cordial saludo para tod@s, allá donde estén.