Entreabrí los ojos tratando de enfocar mi vista borrosa. De nuevo me hallava en esa sala metalizada, flotando en un extraño liquido. Sentía un artilugio taparme media cara, pero de ahí salia un extraño aire, aquel que me permitía respirar bajo ese líquido viscoso. Mi cuerpo estaba rodeado de tubos y geringas que se clavaban en mi carne trasmitiendome alguna atrocidad de las que aborrezco.
Mis secuestradores volvían a practicar sus experimentos conmigo.
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Las voces de esas personas se entremezclaban en mi mente provocando un onírico caos de pensamientos. Volvía a tener sueño, algún somnifero me habrán inyectadode nuevo.
Traté de abrir los ojos con más fuerza. Quería ver los rostros de aquellos a los que mataría primero cuando consiguiera salir de ahí, pero mi vista seguía borrosa y poco fiable debido a la droga. No podía ver más que tonalidades grisáceas. Mis ojos comenzaron a cerrarse poco a poco. Mi fuerza comenzaba a encontrar su límite, y al igual que mi resistencia, cedía a ese sueño drogado.
Sin embargo... antes de cerrarlos pude alcanzar a ver un brillo dorado como los rayos del sol.
Pensar que podía ser él, el dueño de mis sueños, mi ángel de la guarda, mi vida y mi alma, me dió la fuerza suficiente de romper mis ataduras...
El recuerdo de la primera vez que usé mi nueva fuerza es confuso. Tan solo recuerdo el sonido de mil cristales estrellarse contra el suelo y las paredes, sin embargo estaba cubierta de sangre, sangre enemiga.
Miré al cielo despejado, comenzaba a anochecer ya que el sol lentamente quemaba el cielo con tonalidades rojizas y anaranjadas. Me undí en el agua, comenzando a darme lo que seria el primer baño placentero en meses cuando sentí el olor de sangre fresca y el deslizar de un cuerpo inerte hacia la superfície (...)
