No supe adivinar el mensaje de la fuente;
tan solo escuché su borboteo.
Alejándome despacio miraba hacia el cielo
cuajado de espejismos,
de balanceos de barcas en las nubes
y ojos cargados de hielo.
Ese ser de la tarde que verdea
desaparece queriendo ser verde,
y se pierde el ritmo al caminar despacio,
y se olvida el lenguaje de la fuente
y regresa al mundo tan corriente
del repetir los actos en silencio.
¡Hoy no quiero escribir de amor,
ni desamor, ni de miedo!
Me dejaré llevar por las palabras
y el juego escondido de los árboles
tras el pálido velo de orquídeas inventadas.
¿Lo escuchas?
Es tan leve como la yema de tus dedos.
¡Está ahí, tras la tarde huyendo hacia
la virginidad primera!
Gozosa primavera de un silencio verde,
privado de palabras.
La levedad de tus dedos hace que nos regales estos poemas tan sentidos. Sigue dejándote llevar por tus musas.
Un saludo Grekosay