la Taza de Café
Vacía
20 de mayo de 2010
por grekosay
Me asusta observar cómo se seca el café en la taza. Pierde algo de presencia vertiginosa, de su olor a tierras, de su finura en el paladar. La taza, vacía es el reducto de los verdaderos pensamientos de la tarde. Una vaga oscuridad, como la neblina opaca que impide conocer el reborde de la taza. Cuando se va termiando, los círculos del Dante anuncian infiernos juveniles, o nostalgias de catre, o peligrosas aventuras robando un champú barato en el súper de la esquina. También la vulgaridad la compran los japoneses y hacen moda. Me duele enormentemente la espalda, aunque creo exagerar, porque nada más enorme que el montón de restos de café que alimentan los campos muertos donde los nuevos presidentes que tocan el arpa cultivan rabanitos y dejan que los conejos anuncien detergentes biodegradantes. Ya véis, lo que pudiera parecer un elogio de Marcel Proust ha terminado siendo un anuncio en cualquier revista cutrelux de alimentos a bajo precio, pero adoro el café y odio que se acabe.
Grekosay:
Con una taza de café se pueden hablar de tantas cosas, su olor tan delicioso y su color negro crean una mezcla de sentimientos que nos devuelven a un pasado placentero o desagradable o nos mantienen en el presente y sus absurdos.
Me encanta tu forma de escribir, te envio una taza de café pero bien cargado.
Sergio.