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mi Frutera 25 de mayo de 2010
por grekosay
Seguía aún allí, con su blanco delantal. Olía a frutas, a patatas nuevas, a invisibles mariposas que se posaban sobre las primeras fresas. Me gustaba mirarla y sin que se diera cuenta le pellizcaba un racimo o le daba la vuelta a alguna manzana. Tenía algo de ser vegetal, pero grandioso. Lo que le sobraba lo regalaba. Muchas manos supieron de grande tomates tocados, de puerros durillos, de hortalizas que lloraban lagrimones de huerto. Seguía aún allí cuando me marché a otra parte. Cada fruta es una carta de aquella flor eterna y dulce.

3 Comentarios

Grekosay:
Me has dejado con unas ganas de probar todas esas frutas de tu huerto.
"Cada fruta es una carta de aquella flor eterna y dulce".

Me encanto.

Sergio.

26/05/10 01:05

Esas pequeñas "grandes" personas son las que dejan una huella indeleble en nuestro corazón, no por sencillas son menos importantes.
Me ha parecido un cuento lleno de emotividad.
Un abrazo

26/05/10 12:05

Me gusta, describes como sin querer, como si en realidad no estuvieras diciendo nada trascendental, pero en realidad estás creando una imagen tridimensional del personaje.

Un placer leerte, Greko.

Un saludo.

26/05/10 08:05

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