Mishima.- He llegado a dominarte. Te he transformado en pequeñez controlada, árbol poderoso.
Bonsai.- Eres cruel, porque vives la cruedad como la poderosa hiedra oculta su veneno.
Mishima.- ¿Alguna vez intentaste escapar de tu hermoso tiesto?
Bonsai.- Mis raíces están atadas en la base. Mis ramas retorcidas entre alambres, mi tronco desgajado pora tu gozo estético.
Mishima.- ¿Quisieras ser libre?
Bonsai.- ¡La libertad también ocupa los lugares pequeños! Son grandes tus ataduras, un bondage para naturalizar mi vida.
Mishima.- ¡Yo te la niego! El poderoso es capaz de perpetuar los valores más puro de su raza, de su sangre y de su estirpe.
Bonsai.- Por eso siendo yo un poderoso pino, tan sólo debo resignarme a ser deseo de tu propio deseo, para perpetuar mi sumisión ante el samurai, señor de las letras y la sangre.
Mishima.-¿Has leído mis novelas?
Bonsai.- Mis ojos están ocultos, como mis potenciales, como mi alma, como mi grandeza.
Mishima.- ¡No debo ser tan cruel cuando a los ojos del mundo soy quien soy!
Bonsai.- Quizá, la grandeza resida en tu propia confusión. Tu pequeñez no es tu hermoso cuerpo, modelado como un guerrero, sino tu generosidad...tan minúscula como mi corazón de piedra.Eres la fleha ene l cuerpo de San Sebastián.
Mishima.- ¡Continúa en tu silencio! ¡Da gracias que te dejado hablar y no he quebrado tu boca con una hermosa tela de seda! Sigue donde estás...y hazlo para siempre.
Bonsai.- ¡Carezco de boca!
Mishima.- Y yo jamás seré un árbol.
