Escucho, en ese estado penumbral
que el silencio aumenta,
y todo un eco de palabras
juega en la sinfonía de la tarde.
Desalienta el eco de mil fuentes apagadas
y el sol arde en plenitud de primavera.
Espera el nuevo movimiento
de una lentitud desconcertante.
El duro diamante se aquilata entre los dedos.
Taciturno el giro de la a, en su su femenina forma
y equidistante el do del fa.
Escucho en presente de indicativo,
el adjetivo sonoro,
la nada penumbral que invierte el movimiento.
Más allá del desierto día donde las palmeras son,
suena el compás.
Vas hacia yo escucho,
en presente de indicativo:
ahora, dejo de estar para ser contexto.
Escucho el pretexto y siento la suave pulsación
del arpa.
Arpegio de coral sobre la cristalina alfombra
de mil pisadas en la arena.
Un poema magn?fico tanto en su forma como en el contenido. Lo he vivido como el eterno di?logo interior, entre nuestro silencio y los moribundos ecos de unas sombras que se pertuan en su propio resonar ya vacias de vida. Mi imaginaci?n ha volado, a saber si he captado la esencia del poema pero me ha encantado sumergirme en ?l, por eso me lo llevo a favoritos.
Un saludo Grekosay.