Sin estar a tu lado
me abrigo entre las sonrisas
que tiñen mi sangre
de vidrio de botella
consumida por mi promesa.
Camino el asfalto
entre el polvo de mi risa
donde clavo mis uñas
llenas de un humo cínico
que me prometió un dolor
al ritmo de un contrabajo.
Colmillos de lobo
clavados en mi espalda
de futuro incierto
aciertan en mi dolor
tan solitario
como mis pasos
hacia ninguna parte.
Mi desconcierto
sangra la luna prometida
que me conduce a tu perfume
enterrado, sepultado
como mi alma partida
en una sola tumba.
Cuando el alma duele, duele de veras, ¿verdad?