Con la rabia del mar que golpea las rocas
Gritaste furiosa sobre su boca
Un beso venenoso lleno de rabia
Depositando el odio de tu garganta
¡Humillante! Reclamaste diez mil veces
A quien no quiso escucharte ni quiere
El odio trepidante se expandió por tus venas
Mientras llorabas ¡Llorabas desconsolada ira!
La superficie calmada de tu fuente
No dejaba ver el veneno de tus aguas
Y ya fuese que quisieres o no quisieres
Tu lengua mataba la silenciosa existencia
Donde nadie más puede oírte
¡Diez mil voces te reclaman enfurecidas,
Hambrientas, arrastrando sus ventosas!
Y atrapándote allá, donde nadie más puede oírte
¡Ah! Que la irá desgarradora de miembros y razones
Te toma ¡te viola! Te moldea, ultrajándote
Los sentidos, desnudándote el alma y ¿Para qué?
Para gritarlo o para que nunca nadie se entere.