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Aarón

Conocí a Aarón hace un par de meses, un chico de 21 años, de barba insipiente, rostro ingenuo, ojos tristes, estatura mayor al promedio y complexión más bien robusta; estudiante de tercer año de medicina, de temple alegre . Seguramente, en circunstancias más favorables, me habría hecho su amigo, o al menos es lo que me gusta pensar ahora que lo veo en retrospectiva.

Aarón fue diagnosticado de Leucemia mieloide aguda, hace poco más de un año. Para quienes no estén familiarizados con términos médicos, (no pretendo que me estén leyendo médicos, solo lo digo por si a alguien le pica el prurito de la curiosidad pueda investigarlo) me refiero al cáncer de la sangre; ese de inicio súbito y alto porcentaje de mortalidad.

La evolución de su enfermedad, de inicio dramático, previamente sano, comenzó a sentir cansancio durante la mayor parte del día, cosa que, inicialemnte atribuyó a un resfriado, sin embargo, posteriormente surgieron en su piel, de manera imprevista y angustiante, puntos púrpura en su abdomen, brazos y piernas, poblándolo de moretones que confluían cual nubes en el cielo que vaticinan la tormenta; luego surgieron llagas en sus labios, redondeadas, de margen sangrante. Siguió la pérdida de fuerza, falta de apetito, fiebres nocturnas, de terrible intensidad, que le condicionaba una sudoración profusa, la cual empapaba toda su cama. Inicialmente fue atribuido a una infección fuerte de riñón, sin embargo, luego de un tratamiento antibiótico corto, apareció un nuevo síntoma… El peor de todos: Un dolor de abdomen, sordo, constante, extraño y terrible que alguna vez describió como: ratas arañando el vientre estimuladas por el calor interno de su cuerpo; Esta somera descripción de su extraña enfermedad, presagiaba un desenlace fatal; mismo del que fui testigo y por el que ahora estoy consternado.

Este es un relato de muerte, pero no cualquier muerte, la muerte de un joven con futuro prometedor, previamente sano, de excelentes calificaciones y , de esas pocas personas que hay en el mundo que, si me permiten expresarme poéticamente : despiden una especie de aura bienhechora que se proyecta a quien se le acerque, esas personas que siempre van acompañados, un imán de personas, fuente luminosa de energía positiva; de agradable conversación y buenas formas; en fin, lo dicho, de ese pequeño porcentaje de personas que hay en el mundo.
Aarón tenia una hermosa familia, un par de hermanos mayores, bastante empáticos y, sumamente protectores de la salud de su hermano.
Recuerdo, las enfermeras y los médicos internos que entraban a la cama 210 (claustro aislado de gérmenes donde convalecía Aarón, que a causa de la quimioterapia, le era imposible convalecer en sala general por el riesgo de infecciones mortales) los hermanos de Aaron a menudo demandaban al personal del hospital que usasen cubrebocas, o que se lavaran las manos, antes de explorar o administrar medicamentos a su hermano; su desconfianza no era síntoma de presunción o beligerancia; era más bien producto de una preocupación extrema por su hermano: síntoma de altísima consternación, tristeza de alma y amor… amor de hermanos.

Sus Padres, fabulosos, le amaban con vehemencia, se transpiraba su consternación e incertidumbre durante los informes médicos pero, parecían más bien positivos y de una templanza admirable al comunicarse con Aarón, y al estar con él. Seguramente, su amor: era un elemento clave de su atrayente personalidad.
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En fin; ¿a donde quiero llegar con esto?, me tocó atender a Aarón en el último peldaño de su enfermedad, el peldaño ominoso que terminaba en un precipicio; de donde emerge una escalera invisible proyectada a un paraíso impensable, para unos… El final de la existencia para otros, el espiral del retorno infinito para otros más; y así sucesivamente, dependiendo de la cosmología, que es tan variada como los rostros humanos, tan llena de matices, incongruentes , algunas veces; con un perfecto sentido, otras.

Una enfermera corría apresuradamente, por el largo pasillo del segundo piso del hospital “Doctor, el paciente 240, está grave”.
Cuando llegué allí, Aarón se extinguía, respiraba muy agitadamente, sus ojos se entrecerraban por el abrumador esfuerzo que hacía su cuerpo para oxigenarse, su sed de aire era evidente. Su alma se alejaba de su cuerpo con cada respiración dificultosa; “señora, su hijo está muy grave, necesita respiración asistida, esto implica que se le tiene que colocar un tubo endotraqueal, para poderle oxigenar ya que el mismo no puede”, ella solo asentía, sus ojos rojos, sus cejas arqueadas, su boca invisible por el cubrebocas, humedecido en su parte superior por algo de líquido cristalino de una nariz moqueante. Cuando lloran mucho los ojos, la nariz es empática.

--- ¿me van a sedar?--- dijo Aarón, con voz entrecortada, interrumpida cada palabra por una respiración ineficaz
---Claro, tranquilo Aarón, vas a estar bien--- Mentí de una manera descarada, sin saberlo; -- Un ampula de midazolam --- ordene a la enfermera, y en cuanto Aarón perdió la consciencia, comencé el procedimiento de intubación. Solo un intento bastó, todo salió excelente, se colocaron medicamentos de soporte, se colocó el ventilador, Aarón estaba sedado, y oxigenando al cien por ciento. Por un momento creí que todo saldría bien… Me volví a mentir.
Cuando se es médico, al menos advenedizo como un servidor, la falta de experiencia , la adrenalina de saber que tus conocimientos, tus estudios, tu arte, tu talento, es lo único que está en juego para que un paciente sobreviva. Es sumamente angustiante saber que una persona tan imperfecta como tú, tiene tan alta responsabilidad; En ese momento, comprendí lo que había resultado un enigma para mí, ¿Por qué hay médicos creyentes?, Pues es precisamente por ese motivo. Saltan a mi cabeza múltiples frases: “que Díos guíe tus manos, Doctor”, ó “el médico es un instrumento de Dios”; esas que me parecían ridículas. ¿Cómo un médico puede creer en el Dios abrahamánico, ancestral, producto de la imaginación del humano medieval?.

¿Cómo puede un médico, cuyo pensamiento es crítico, científico y por ende escéptico, basado en el principio de falibilidad; no por ocurrencia, si no porque en su formación ha visto, en el intenso estudio del hombre en su ámbito biológico, como se destruyen los pilares más fuertes de toda religión, creer en eso?… Desde los microbios Spallanzani, Pasteur, las sólidas bases sobre las que se asientan grandes avances biológicos con Darwin; la teoría de la gravedad de Newton, modificada discretamente por Einstein, que nos amplía el horizonte, antes impensable para el humano primitivo. la citogenética, en fin, tantas y tantas maravillas que refutan el creacionismo paupérrimo de un libro antiquísimo, lleno de inconsistencias que muchos ingenuos (porque precisamente el religioso no se caracteriza por ser muy inteligente, al menos gran parte de ellos) veneran, como fuente irrefutable de la verdad, con sus arcáicos textos, que no dista mucho de la Corán u otros libros que lisonjean al mismo Dios Abrahamánico pero llamado de formas distintas.}

¿Cómo un médico va a creer en eso?

Porque a la hora de la verdad, es terrible pensar que estás solo, un descuido y quedas inválido por la ansiedad que genera ese pensamiento. Al menos amí me pasó, es una cosa terrible, y aún lo es más cuando, como en el caso de Aarón, terminó muriendo doce horas después del manejo intensivo; desde luego que su pronóstico era malo, pero, ¿es acaso que el esfuerzo, talento, ciencia, o lo que sea del médico en cuestión, es limitado siempre por cuestiones tan azarosas?
No se pudo salvar, es todo, a la mierda años y años de estudio
Aarón ha muerto… No me atrevo a recrear las sensaciones desagradables que eso representó, no imagino el dolor de sus padres, de sus hermanos, de sus seres queridos; es algo que no es sano describir, además no me apetece. Me llevo un trago amargo, que me deja muy mal sabor de boca.


Hellraiser20 de octubre de 2014

2 Recomendaciones

2 Comentarios

  • Albertocubeiro

    Estremece. Es tan real... Uno se mete en la piel del narrador y siente las mismas tensiones, las mismas dudas y miedos.
    Eres un gran escritor.

    14/02/15 01:02

  • Sonoridario

    La muerte no es cómoda, ni satisface el deseo de no vivir. Los cuerpos son frágiles, y muy a pesar del excelente ejercicio de ciertos médicos vocacionales, el conocimiento no es suficiente para frenar la poderosa acción que nos acompaña. Nuestro instinto evita el dolor. Aprendimos pronto a no aceptar pérdidas y creamos estupefacientes en forma de visiones. Nos han enseñado a morir en la distancia, porque la vida tiene un sentido e incluso no nos pertenece. El cuerpo biológico es un deleite para las nuevas exploraciones con el A.D.N. Tu relato es esa parte que tratamos de ocultar, la derrota del héroe frente a la muerte. Todo muere a su alrededor, por eso intuyo que has sentido una parte de esa pérdida, y te has cuestionado lo que es la verdad frente a lo que consideramos injusto. Agradezco tu relato pormenorizado, la terminología, el entrar de lleno en una realidad que compartes, de la que no eres sólo espectador. Muchas gracias.

    14/02/15 04:02

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