Crispémonos rayos de sonidos...
entre las sombras de nuestro tiempo.
Tensemos las pieles secas de nuestros timbales
y apaleemoslas bajo las podridas estrellas de la noche...
Oídos de arena, que nazcan !
Tímpanos vivos, que mueran !
Y alimentad la calavera de ternero dorada,
preñada de fuego en sus entrañas,
que Moloch tiene hambre de retoños rosados,
de vidas sanas...
Orejas putrefactas de carne, que nazcan !
Cartílagos frescos, que mueran!
Y escribamos,como Aquél,
nuestro propio requiem
en las noches doradas...
Que centelleen las voces de los tenores
mientras las de los niños se apagan...
en las propias brasas de nuestros sueños,
esta madrugada....
las podridas estrellas de la noche. Me gustó, sentí el fuego.