Huyo de los recuerdos que no consigo ahogar,
estoy masacrando mi rostro por temor a que un día siga siendo yo
pero no me reconozca.
Hay cambios constantes en esa mirada perdida,
oigo en el silencio una eternidad terrible,
llena de dolor y sangre, de heridas que no curarán con esperar.
Es un acto-reflejo coger del suelo cada piedra que me hace caer
porque aunque pesen temo más volver a repetir el golpe una y otra vez.
Por eso guardo en mi mente cada arañazo
y coso mis labios para que no se me escape sin querer una verdad,
respetar al silencio que me ha sido otorgado
para alcanzar una victoria pura, que lleve solo la huella de mis manos.
Estoy tirando migas por el suelo no para saber como volver,
sino para tener compañeros de viaje en un camino
en luto
por el que no cruzan rayos de sol,
o quizá son mis ojos opacos que ya no logran verlos
ni mi piel sentirlos,
permeneciendo en una hipotermia infinita,
con el corazón helado por el miedo de volver a sentirse
roto.
