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Afganistán 2002 (1)

A las cinco de la tarde, nos reunimos todos en el patio de urgencias del Hospital Militar. Mi mujer estaba allí, sonriente pero preocupada en su interior. Nos íbamos a separar durante dos meses y no precisamente por vacaciones. El grupo lo formábamos varios médicos y enfermeros que nos dirigíamos al aeropuerto camino de Afganistán. Nuestra misión era relevar al anterior grupo que estaba trabajando en el hospital que los españoles teníamos instalado en la zona de Bagram.

Todavía estaban allí los talibanes luchando contra la Liga del Norte y los señores de la Guerra que apoyados por el Ejército Americano se habían hecho con el país para erradicar el régimen totalitario y opresor del grupo talibán.

La espera era tensa. Por primera vez en mi vida, dejaba solas en casa a mis dos hijas y a mi mujer, para marcharme a una misión en un país donde la inestabilidad política y social todavía era peligrosa para un grupo de seres humanos que pertenecíamos a un ejército extranjero y por lo tanto hostil.

Cuando me despedí de ella, mi corazón latía aceleradamente y una intensa sensación de plenitud y fuerza me retorcía la garganta y humedecía la nariz para evitar que mis ojos dejaran al descubierto algunas lágrimas. En ese momento, te das cuenta que a pesar de todo, el amor todavía está muy vivo. Te das cuenta que tu mujer, la que elegiste para formar una familia, está dentro de ti, aunque en el quehacer diario esos sentimientos pasen desapercibidos. Por mi mente pasaron muchas imágenes de mi vida, de nuestra vida en común. Quizá, ésta podía ser la última vez que la estrechaba en mis brazos, pero mi fe me decía en lo profundo de mi alma que no iba ser así.
Subimos todos al autobús y nos dirigimos camino De Torrejón en donde el avión nos esperaba para partir rumbo a la república de Kizigistán, nuestra primera escala rumbo Afganistán.

El sol golpeaba los cristales del autobús lo que me impidió verla desde la lejanía. Me di la vuelta sobre mi asiento, miré al frente y dejé que mi mente se centrara en el futuro.
Igruher12 de febrero de 2008

7 Comentarios

  • Igruher

    Este es el relato de una experiencia real, que iré describiendo en varios capítulos. Es la primera vez que lo cuento. Fué muy interesante tanto en lo personal como en lo profesional.

    12/02/08 11:02

  • Briseida

    Felicidades, has descrito muy bien la sensación que nos relata.
    Te cuento: Tengo un amigo comandante de la legión que ha estado muchas veces en Afganistán y desde allí nos mandaba historias humanas a un Blog en el que participabamos. Nos contaba historias cotidianas, a veces durisimas otras tiernas de sus vecinos, de los niños y es que hasta en los lugares más atípicos hay una historia que contar. La despedida de su familia la narró con unas palabras muy parecidas a las tuyas. Por eso lo recordé.

    12/02/08 11:02

  • Igruher

    Tengo algunas fotos interesantes de aquella experiencia y otras estremecedoras de enfermedades que no había visto en mi vida profesional hasta aquellos momentos. La pena es que no se como insertarlas en el texto. A lo mejor alguien me lo puede explicar.

    12/02/08 11:02

  • Mejorana

    Debe ser terrible despedirte de los seres queridos para marchar a una guerra. Ni tan siquiera lo puedo pensar.

    12/02/08 11:02

  • Briseida

    Pues ánimo y participanos de tus experiencias. No se colgar fotos, cada vez que lo intento me sale un churro, a lo mejor Mejorana te puede explicar.

    12/02/08 11:02

  • Tuxsparty

    En esos momentos es increíble como el amor se hace recordar.
    El amor... siempre el amor!!!

    13/02/08 01:02

  • Harmunah

    Voy a empezar a leer esta serie de relatos reales. Me gusta mucho como de algo sucedido eres capaz de crear una historia con tanta maestr?a.

    Y es incre?ble c?mo la rutina hace que se desvanezca tanto ese sentimiento tan grande llamado amor. Y es que es bien cierto el dicho. Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde.
    Un saludo

    09/09/08 11:09

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