La penumbra arroja espantos
danzantes en la habitación,
inclementes asaltan el coraje,
al compás de un lejano saxo,
con acentos de un jazz lánguido.
Después toca la filarmónica,
llora música opaca.
Aquel vestido negro en el armario
desfigurado luto, vacío de anatomía,
baila el sepia vals del ausente
por el suelo circulan
los zapatos marrón, de tacón,
atornillan pasos en mis oídos:
toc toc toc toc... ¿Eres tú? -pregunto
encorvo la memoria embriagado
flaquea la voluntad de vivir
encendida evocación flota aquí
abismal agonía de soles impasibles
sucesión de lunas indiferentes
humedad y perfume se evaporaron
quedó la piel tan seca
que cruje en tu ausencia.
Confusa espiral infinita de copas
sumergido en tintos, hablo solo...