La conversación se fue haciendo inédita
cuando avanzaba el otoño,
la estación siguiente,
será un puñado de gusto y placidez,
nos escucharemos,
no es oficial pero parece
que mi albedrío me guía
por esos caminos de Dios,
mientras,
ardientes tragos de cachaza,
nos damos.
Agitamos el cuerpo,
el magnífico tango,
que tanto nos gusta,
sonaba...
danzamos infinitas lunas
sin obstáculos, como debe ser,
(a veces surgen desavenencias)
anhelando siempre embelesarnos de lunas,
pendiendo de:
ese piquito del cuarto creciente,
cuando en noches de cirios ardiendo,
aullamos como lobos,
esa, la conversación
llevada de la mano del exceso,
nos guía a permanecer
en esta situación,
mientras la humanidad
se hunde en la diatriba del petróleo,
o no petróleo.
Me quedo en la luna,
nos quedamos
en el satélite,
no bajo ni que me lo sugieran,
me quedo con vos.
Que siga el tango, amor.