Quería auscultar lo que
señalaba tu corazón
alineando nuestros cuerpos
y en sencillo abrazo besé tus senos, degustando los exaltados latidos que rebasaron mis oidos,
excitando la noche de mis entrañas.
El sendero es amplio entre tus piernas, iniciando cadenciosa melodía; la floración fragante detrás del vello triangular, brinda hospedaje y en una inclinación impetuosa que seduce, se verifica la ley gravitatoria, cayendo en el lecho.
¡Hazme el amor!
Natura e imaginación se vinculan, encienden el entorno y algún letargo o azaroso transitar en que concluyen mis días, se desvaneció.
Es tiempo de vivir por algo, por alguien; resplandece hasta la médula de mis huesos.