Dormía calma sobre tu regazo cuando me despertó
aquel suave latido de tu corazón llegando el alba.
Tendidos estábamos en la playa disfrutando del calor
extasiados de tanto placer sobre sábanas de arena.
Tus ojos fueron toda la luna que yo vislumbré la otra noche
tu cuerpo lianas de la selva en la que yo me zambullí de lleno,
tus manos llama quemando todos los rincones de mi piel
y tu corazón tren en el que el mío tomó billete sin vuelta.
Miro a los lejos y solo observo un negro horizonte
que me engulle sin temor en su interior de tristeza
al mismo tiempo que una lágrima cae por mi mejilla
llevándose consigo todo el sufrimiento y el dolor.
Te vas, y lo sé...fue nuestra última noche juntos
recreándome en tu ser una y otra vez sin descanso,
por miedo a tu partida, a que no vuelvas aqui más
y a que te lleves mi corazón y mi alegría contigo.
La lágrima recorre todo mi cuerpo al ritmo de las olas,
nace en mis pupilas enamoradas cayendo por la mejilla.
Recorre mi cuello, el que colmaste de besos y caricias
descendiendo por mi pecho, ayer objeto de tus anhelos.
Rodeando mi ombligo,y jugando a hacerme cosquillas
provocando sensaciones en mí hasta ahí desconocidas.
Sigue bajando, acercándose con furia y rabia a la frontera
entre lo ardoroso y lo sensible, lo tierno y lo salvaje.
No se detiene ante nada y viaja en una ruta irrepetible
descansa entre mis muslos dándose un baño para proseguir
resbalando húmeda por mis piernas sedosas y alcanzando
mis pies que tanto han andado, para perderse en la arena.
Ayer éramos tú, yo y la noche por delante, nada más
hoy, hoy no somos nada, yo ayer morí, morí en ti...
sin tus besos, tus latidos o tus caricias quedé sin vida
a la deriva de esta playa esperando que las olas me lleven.