Lejos de mà el llanto que estremezca
y que haga quebrar como vasija al melancólico.
No quiero saber de amores cuestionables
ni de los amorÃos de primavera que saben a mala gana.
Entre los pinos azules me he estructurado al viento
y el sabe que mi anhelo es un anhelo de prÃncipe.
Deseo rescatar una carne quizás echada a las cenizas
enjugar una cabecera enlodada quizás llevada por borrascas
y besar unos pies que terminen en cinco flores alegres:
un cuerpo que, como el mÃo, haya sido templado hasta casi romperse
y arrojado a los baldÃos desde sueños brillantes.
Que haya aprendido a dar y a recibir, como lo hacen mis manos.
Y un corazón que lata como el mÃo después de décadas de entregarse.