Es un gran mérito por tu parte dedicarle este poema a Benedetti. Y muy de agradecer.
Ya te leeré los anteriores poemas y te comentaré más a fondo.
En este momento no puedo.
Un abrazo.
30/07/09 08:07
Ni un motivo de crítica amigo, todo lo contrario, es un homenaje que todos deberíamos hacer a ese gran Maestro de las letras.
Felicitaciones.
Un abrazo.
Gastón
30/07/09 09:07
Partiendo de una de las poesías que más me han gustado del poeta, yo también escribí, el aciago día de su fallecimiento, una pequeña y muy modesta elegía. La dejo aquí, por si es de tu interés, aunque procederé a editarla como entrada en mi blog, uniéndome a tu homenaje.
Un saludo.
Enlabasílica
CUANDO ÉRAMOS NIÑOS
"Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta,
un charco era un océano,
la muerte lisa y llana
no existía.
Luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta,
un estanque era un océano,
la muerte solamente
una palabra.
Ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en los cincuenta,
un lago era un océano,
la muerte era la muerte
de los otros.
Ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad,
el océano es por fin el océano,
pero la muerte empieza a ser
la nuestra"
(Mario Benedetti)
Porque fuimos niños y sólo entendíamos a otros niños; nuestro verbo hablaba en futuro, y chapoteamos en los charcos -nuestro horizonte más cercano-, sin intuir, siquiera, que todo acaba.
Porque fuimos muchachos, y quisimos entender a los adultos -aunque sólo fuera a ratos-; aprendimos el condicional y el ojalá y tejimos el adelante, que es lo nuestro y nos lanzamos a tragar millas -sólo en piscinas, el horizonte aún cabía en un vaso-, con la ilusión de que teníamos todo el tiempo en las manos.
Porque maduramos y comprendimos a nuestros mayores; hablamos en presente y abrimos las ventanas a un horizonte sólo limitado por el paisaje, y empezamos a echar de menos a los que ya no estaban a nuestro lado intuyendo que el tiempo si se acaba.
Porque el tiempo empezó a quedar atrás y el verbo lo aprendimos a conjugar en pasado, porque hablamos de tú a tú con aquel que pudiera estar a nuestro lado y entendimos que el horizonte es ilimitado, y qué sólo se junta con el mar cuando el tiempo se nos es dado y todo, todo, se haya acabado. Porque entendimos que sí, que todo empieza, pero todo acaba.
Que empiece, para Benedetti, un nuevo tiempo verbal, que se conjugue en el recuerdo.
Permitidme la osadía, justificada en la admiración que le profeso, de escribir una última estrofa.
Ahora, ya en el silencio,
sólo queda el legado de su obra,
el océano se vistió de paraíso
y la muerte lo hizo
eterno
30/07/09 11:07