Abismo Interior
Se mueve, se mueve, se mueve... un alma lenta, mortecina y ensombrecida por el paso del tiempo a través del páramo helado. Deambula sin destino, ni plan de ruta, sin poder discernir si los yermos fríos e inhóspitos que se presentan ante ella fueron alguna vez bosques y prados llenos de vida, de felicidad. Tiempo ha que perdió sus recuerdos y su tenue pero hermosa luz, dignas del lucero del alba.
Prosigue su inagotable y tortuoso camino sin saber a dónde la lleva el gélido viento que mece su etérea y nimia existencia a su antojo. Entre tanto dolor y oscuridad arraigados en esa prisión, persigue lo único que le queda de aquel tiempo olvidado. Esa luz que la alentaba a seguir a lo que quería.
Así estuvo él por siempre, siguiendo a la luz que lo atormentaba y lo alentaba a partes iguales. Por toda la eternidad, en su abismo interior...