TusTextos

El Piano Sabe Algo que tu No (capitulo 20)

Capitulo 20. La verdad no mata.


Habías pensado durante 5 segundos que decir y como decirlo, no querías arruinar nada, mucho menos hacerlo enojar. No podrías vivir sabiendo que Jasón te odia. Hablaste, tranquila y pausadamente.
- El doctor me dijo, que tenías el hígado dañado…porque…porque te drogas, ¿es…cierto eso?
- No.
- Quedamos en que nada de mentiras.
- Se que no sabes mucho sobre mi, es cierto…si, me drogaba, pero no lo hago mas. Desde que me salí de la casa de mi madre no lo hago.
- ¿Por qué no me lo dijiste?
- Tenía miedo a que me rechazaras por ser un drogadicto.
- ¡No! Si me hubieras dicho la verdad nada hubiera pasado, te quiero y eso no va a cambiar.
- ¿Solo me quieres?
- Sabes que no. – Sonrieron y Frank se acerco para besarlo. – Te amo.
- Yo también te amo.
Lo besaste de nuevo y te levantaste. Lo observaste por un rato, mientras que él te miraba con desconcierto, tu dudabas de algo, pero no sabias lo que era.
En fin, después de pensar unos segundos, decidiste no darle importancia.
- ¿Pasa algo?
- No, nada. – Besaste su frente. – Voy a la cafetería, vengo en un rato.
- Ok.
Sintió algo extraño después de eso, algo que se encogía dentro de si, y no pudo evitar dejar escapar un suspiro, liberando así, lo que sentía dentro. No del todo, pero algo reconfortable.
Debía saber lo que eso significaba, pero no le tomo importancia, “cansancio” eso debía ser, según el.
Caminando tranquilamente por los pasillos de la clínica, dirigiéndose a la ruidosa cafetería, el único lugar en donde podía hacer el ruido que quisiera y pudiera fumar cuantos cigarrillos se le antojaran. Necesitaba tiempo para pensar en algo que aun no llegaba a su mente. Gerard. Recordó aquel momento en el que se encontraban cuerpo a cuerpo, piel a piel, y una delgada gota cristalina resbalo por su sonrojada mejilla.
- ¿Le sucede algo? – Pregunto una de las enfermeras que había estado atendiendo a Jasón. Negó con y se dio media vuelta para ir a comprar un café y volver con él.
De regreso no podía pensar en otra cosa. Se sentía traicionero. Pero…¿Por qué él? No había hecho nada para dañar a nadie, todo lo contrario. Si. Pero se sentía tan estupido que logro recordar aquellas palabras que rompieron toda esperanza de ser feliz, hasta ahora, que pudo haber encontrado una pequeña y hermosa razón para vivir.
Pero al parecer los dolores que antes sentía no opinaban lo mismo. No lo dejarían sentirse bien. Y la habitación comenzó a dar vueltas para él, y las cosas a distorsionarse. Lo que no sabia seque todo podía ser un engaño…para si mismo. O eso quería, engañarse.
Unos pasos mas y estaría en esa fría habitación, sentía lastima por Jasón, verlo tan débil y en un lugar así. Si por el fuera estuvieran en casa. Pero “políticas de hospitales”. Como odiaba eso.
- Frank, ¿te pasa algo? Te ves tan…triste.
- No, estoy bien.
- ¿Es porque no te dije la verdad desde un principio?
- No, claro que no. Enserio, no me pasa nada.
Era chico de edad, pero no tonto como Frank creía. El miedo invadió su mente y su corazón. Pudo sentir la frialdad en las palabras de su amado.
Imaginar unos bellos ojos castaños de 16 años de edad llenándose de lagrimas es lo que nadie quiere hacer, es como ver a un bebe llorar, para muchos.
Salio de la clínica y fue al parque que estaba enfrente, se sentó en una banca a observar el agua caer con desesperación de la fuente principal, como los niño corrían con sus coloridos globos en la mano, era una tarde algo fría y el cielo se teñía de gris. Ver perros corriendo de un lado para otro tratando de atrapar pelotas y demás juguetes. Nunca he tenido un perro; pensó. Eso le agradaba, no podía pensar en la responsabilidad de cuidar a alguien más.
El día era frío y el cielo se teñía de gris, como siempre, era costumbre.
Un rato más tarde, poniéndose de pie y caminando hacia donde se encontraba un hombre vendiendo helados. Como hacia que no comía uno de estos.
- Me da uno de chocolate y vainilla. Por favor. – El hombre sirvió las bolas de helado en un pequeño vaso, entregándoselo. Gracias.
Era hora de volver al encierro, no aguantaba más. No sabia porque sentía que al entrar ahí, sus alucinaciones de corta duración volvía, daba gracias al cielo que no pasaran a mayor grado. Sintiéndose cansado de eso.
- ¿En donde estabas?
- En el parque de enfrente. ¿Cuándo te darán de alta?
- Justo se fue el doctor, dijo que mañana.
- Que bien.
- Frank…
Jocelyn29 de marzo de 2009

Más de Jocelyn

Chat