La copa villana de la amargura
brotó en frío placer.
Siempre he querido ser quien soy.
Me desconozco.
El vientre del tiempo acuna un laberinto
que estoy obligado a andar,
sin razones, perplejo pero libre,
progresivo.
Descubre la inquietud, la voluntad de querer continuar,
y la absorbe.
Es un mundo líquido de colores que jamás partirán.
Leve, así como el pensamiento de quien no ama,
se fue quedando el ánimo extravagante entre mis lienzos,
dejando atrás las habitaciones con forma de celda en las que crecí.
Las horas transcurren como nunca.
¿Habré de quedar sin palabras?
Ellas son invariables y toscas. Aún así, reveladoras.
Despiertan los sentidos que hace tanto olvidé.
Pretenden transparentar mi alma, agudizarla.
¿Lo podrían lograr?
¡Quién sino ellas para sentir lo mismo que yo!
Le hablé a la montaña para poseer su grandeza.
Tomé del cielo la claridad y lo aterrorizante de sus noches.
Arrebaté el gen traidor de los mares y lo hundí en mi sangre.
Todo estalló al chocar con la malevolencia y ambición humanas
de mi cuerpo.
Y acá estoy
uno más, de millones, que anhelan
besar sin recordar, hecho con fuego y pasión.
Me presento.
Johnny Hoyer.
vaya forma de llegar, con la suavidad y el coraje necesarios
un texto increiblemente fuerte, completo...
Saludos, mi querido Johnny