No he puesto mi fe en cualquier amor, ni aún he pretendido superar sin esfuerzo el dolor, por el tiempo adverso; para reírme de él y, que así se me crea un hombre convertido al trato célebre de un ángel, en esta tierra, perdido.
Si te ofrezco paz, no es porque en mi sangre no pueda la fiebre de la pasión avasallar sin poseer, tus ansias de poco a poco junto conmigo amanecer. No, nada de eso, te hablo desde mi ser que, al así expresarte, en el amor te vuelve a conocer.
