Si de tribulación me vistiera
fiel imagen de mí ofrecería
pero no daré a las horas mías
ni un segundo de plañidera.
Que si brutal fue el hachazo
más aplomo mostró este tronco
que ante el aliento seco y ronco
firme es en su rechazo.
Mil veces me levanto
y otras mil me enorgullezco
de ser como fui en cada gesto
y de mi dominio del espanto.
Así pues es mi rostro sincero
al dejar la calma reflejada
que siente este alma consolada
al sentirse de nuevo en el suelo.