Se llamaba Alejandra,
quién lo diría,
con ojeras de panda,
por hacer arder su corazón como Alejandría.
Mientras sus pilares se desmoronaban,
sus gustos se acababan,
y sus amigas no se percataban.
Durante horas ella pensaba,
en por qué todo así se acababa,
pero que él nunca le había amado cuenta no se daba,
mientras que otro le deseaba,
ella por él le rechazaba.
Al final se hizo adicta a lo extraño,
acabó pasando ese engaño,
y por ese bastardo no se volvio ha hacer daño,
y su nuevo amor la guardaba como oro en paño.