Pestañeó dos veces para decir que sí y manoseó los rizos de su larga cabellera preguntando de este modo cuándo volverían a verse. Él reaccionó acariciándose suavemente el dedo anular, anunciando así un próximo encuentro a solas; a lo que ella respondió entrelazando las manos para que supiese, según lo convenido, que lo deseaba más que nada en el mundo.
Y mientras el ridículo galanteo se dilataba en una interminable coreografía de rebuscados movimientos expuesta a todos los ojos presentes; los pies descalzos de sus respectivas parejas se dedicaron a recorrer secretamente, por debajo de la mesa, territorios mucho más cercanos y escabrosos.
Me ha gustado mucho y me parece muy difícil un relato con humor, a mi me cuesta mucho me salen más sombríos por eso te lo valoro mucho más!
Nos leemos, Juca!
Es verdad, sombra. El humor es muy difícil, a mí tb me cuesta un montón. mi hija, que es mi gran crítica dice que no se me da nada bien. Nos leemos. Saludos.