“Se agachó y cogió, intrigado, un papel arrugado”, lo desdobló con prisa, antes de que el barro, que lo cubría todo, convirtiera también en barro aquel misterioso proyectil disparado desde la miserable tienda de campaña situada frente a la que él ocupaba en el Paraíso Perdido de Idomeni.

Sus ojos de niño sirio de doce años, negros, tristes, enfermos, cansados; comenzaron a llenarse de luz, de nueva vida, mientras curiosos leían: “anoche soñé contigo, ni la lluvia, ni el hambre, ni el frío me lo impidieron”. Luego, buscó con ansiedad hasta encontrar otro par de ojos claros que, desde la distancia, le observaban prometiéndole un refugio de amor.

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2 Comentarios

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  Jucapega1963

  Incluso en el Infierno más cruel y despiadado, unos ojos pueden transportarte al Paraíso.

  27/03/16 11:03

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  Danae

  A tu comentario, por supuesto que sí. Vivimos en un mundo enfrentado, con media humanidad olvidada, abandonada de la otra, y fuerzas que ejercen grandes desequilibrios entre nosotros y gestan enormes prejuicios. Pero lo peor de todo es el Miedo que habita entre nosotros, y los que lo provocan y alimentan.
  Sólo el Amor es capaz de vencer el Miedo, de rescatarnos de nuestro ser irracional, primitivo, básico, y volver a restituir nuestra tierna humanidad solidaria.
  Un placer leer tan emotivo texto.
  Un gran abrazo
  

  29/03/16 03:03