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Asesinos por Honor, Reparadores de Honra

ASESINOS POR HONOR, REPARADORES DE HONRA

No es suficiente aún, debemos seguir barajando nuestro “sentido del honor” en esta fatídica partida de naipes que jugamos desde el principio de los tiempos. Tenemos que continuar lavando nuestro honor de machos humillados por el propio peso de nuestro ego, defendiendo lo indefendible y asesinando en nombre de una honra que perdimos el día en que comenzamos a buscarla en nuestras mujeres, en nuestros semejantes; en lugar de escudriñar minuciosamente en nuestro interior.

Crímenes de honor, asesinatos de personas (generalmente mujeres) por parte de uno o varios miembros de su parentela. Llevados a cabo para restablecer la honra que se considera mancillada a causa del comportamiento de la víctima que, según su visión, ha traído el deshonor a la familia o ha violado los principios de su religión.

Los dos últimos casos que se han asomado a nuestras vidas atravesando las páginas de los periódicos y los estudios de radios y televisiones, vuelven a desgarrarnos y nos obligan a recrearnos en el espejo más brutal y salvaje de los seres humanos. Casos que nos sobrecogen y nos recuerdan lo poco que hemos avanzado, lo incomprensibles que somos como especie; y ese sentimiento trágico de la vida, del que hablaba Unamuno, que nos sigue calando hasta los huesos y nos inclina hacia “el abismo de la desesperación”.

En un pequeño pueblo de la región india de Bihar un joven de 25 años, casado y con tres hijos, y su amante, una joven de 16; han sido brutalmente asesinados. Los dos amantes entablaron en silencio un idilio que acabaría con sus vidas. La pareja de enamorados decidió, conscientes del riesgo que corrían, huir del pueblo. A pesar de ello, fueron capturados.

Tras la captura, el pueblo se reunió para dictaminar qué sentencia tendrían que sufrir los amantes. Los padres de la adolescente, avergonzados, no lo dudaron: pena de muerte para ambos. Los progenitores de la chica no atendieron a ninguna razón del consejo formado por el pueblo y los condenaron a morir por linchamiento, golpeados indiscriminadamente hasta morir para, después, incinerar sus cuerpos a las afueras el pueblo.
La historia de Romeo y Julieta, mil veces repetida, mil veces conocida, mil veces celebrada, volvió a representarse una vez más, en esta ocasión en un teatro de la India, y la tragedia no se supo contener, se derramó ahogando en ríos de sangre a sus protagonistas, culpables del abominable delito de amarse ante familiares y vecinos, “asesinos por honor” y “reparadores de honra”.

Mutlu Kaya, una joven turca de 19 años de edad que participaba en un concurso de talentos televisivo semejante a “Operación Triunfo”, se encuentra en estado crítico tras recibir un disparo en la cabeza en el sureste de Turquía, una zona donde son frecuentes los crímenes de honor.

Un sospechoso fue detenido y otros tres, entre ellos el ex novio de la joven, fueron arrestados hoy y trasladados entre grandes medidas de seguridad a las instalaciones policiales.

La joven había recibido algunas amenazas de muerte después de viajar a Estambul para participar en este concurso. Mutlu Kaya había asegurado que recibía amenazas de muerte por parte de familiares de su padre, que no consideraban correcto que la joven se dedicase a la música.

Tan solo unos minutos necesitó esta joven de ojos imposibles, claros como el agua de su voz, luminosos como la vida que hoy se le escapa de su garganta, para deslumbrar a todos los que tuvieron la oportunidad de escuchar su “canto del cisne”.

Mutlu Kaya emocionó a los espectadores del concurso televisivo con su interpretación, pero cuando su voz descansó para escuchar los elogios del jurado, cuando dejó de agitar las malas conciencias de los “asesinos por honor” y “reparadores de honra”; su ansiedad, su miedo, se reflejaban en movimientos nerviosos de su mano que se agarraba al vestido, tirando de él hacia abajo, queriendo alargarlo inconscientemente, aunque éste ya tapaba, de lejos, sus pies.

La música, como el amor, es otro pecado execrable que hay que erradicar de la faz de una tierra hecha a imagen y semejanza de honores y honras, de guardianes de la decencia, el recato y la virtud.

Hoy, al evocar los casos de estos desdichados jóvenes, no puedo evitar pensar en mi hijo y en mi hija, jóvenes también, de edades parecidas, pero ajenos a tan dramáticas circunstancias. Espero y deseo con todas mis fuerzas que su generación sea capaz de romper de una vez y para siempre las ligaduras que nos impiden superar nuestros ancestrales complejos relacionados con el honor y la honra.


Juan Carlos Pérez García.
Jucapega196320 de mayo de 2015

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4 Comentarios

  • Mateo

    Excelente texto....a mi me ha llegado...y no he podido dejar de pensar en las víctimas de tu reflexion....y de que este mundo.....está cada día mas loco por culpa de ciertos seres llamados hombres....o humanos.....en nuestras manos está.....tú con tu texto y los que podamos con nuestra acción diaria ...de poner y plantar la semilla para un mundo mejor....
    Enhorabuena.....buen escrito....

    20/05/15 08:05

  • Jucapega1963

    Gracias por tus palabras, Mateo.

    20/05/15 08:05

  • Dilton

    Debemos asumir que la crueldad supera toda gloria de lo humano. Regresamos siempre a formas primarias de tabú, porque sostenemos una presencia entre humanos que no persiguen sino el temor de las religiones y el fanatismo de las creencias. No siempre fuimos así. A cada paso en la civilización, las ataduras del poder y las fuerzas del temor han llenado muchas tumbas de cuerpos humillados. Lorca fue un claro ejemplo. Tu texto me lleva a reflexionar si no habremos contenido nuestras libertades hasta el punto de abandonar, por temor, la vida de los más jóvenes. Sin ese equilibrio que ofrece la esperanza, se abren las puertas a una desesperación que va más allá de lo que creemos formas diferentes de vida. Un gran saludo.

    20/05/15 07:05

  • Jucapega1963

    Otro saludo para ti, Dilton.

    20/05/15 08:05

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