- Acuérdate de lanzar mis cenizas al mar, a ese mar en el que jugábamos desde pequeños, al mar en el que descubrimos el amor, el mismo que nos sirvió de cobijo cuando el delirio humano nos convirtió a ambos en seres extraordinarios y misteriosos. No me falles, devuélveme al mar en el que nos sentíamos víctimas y supervivientes.
Me cogió de la mano con las escasas fuerzas que le quedaban, me miró fijamente a los ojos y sus labios de sirena azul acariciaron suavemente mi alma caprichosa de sátiro, mientras se evaporaba ante mi atónita mirada. Nadie entendió jamás nuestra íntima zoofilia, pero ya nada importa.