"No podremos salir del castillo hasta el próximo Halloween, pero no os preocupéis, lo pasaremos muy bien, además, tenemos comida suficiente para todos. He traído la tarta de telaraña de la seño, el bizcocho de calabaza de Luisito y las galletas con formas de fantasmas que hicieron las mamás en el taller de cocina. Vamos, entrad sin hacer ningún ruido, recordad que nadie puede descubrirnos, esto es un secreto".
Los pequeños se deslizaron sigilosamente, uno tras otro, en el despacho del director del colegio, mientras aquel hombre, vestido de vampiro, comprobaba que el pasillo seguía desierto y cerraba con llave la puerta.