Iba a pasar todos los días de su vida en el lugar más bonito del mundo, un lugar acogedor, placentero; desde el que observaría la vida pasar, sin prisas, sin preocupaciones, sintiéndose centro y periferia a la vez.
Se obstinaba en perpetuarse allí, en no salir jamás. Tenía todo lo que necesitaba: casa y comida abundante, una voz suave que le despertaba al nacer de cada día y que acunaba sus sueños en la cálida oscuridad de la noche, un corazón cercano que latía a su lado, un mar, lleno de vida palpitante, misterioso y profundo como un rojo atardecer. ¡Aquello era perfecto!
Sin embargo, algo debió de salir mal. Grandes sacudidas provocaron un violento seísmo y un grito vestido de luz lo desgarró todo, convirtiendo aquel hermoso lugar en un llanto ancestral y lejano que, brotando de sí mismo, se empeñó en borrar cualquier vestigio del pasado.
Este texto es todo un misterio, lo comienzo a leer y ya me estoy imaginando ... al útero materno, creo que es un lugar lleno de amor y de vida. No se si estaré en lo cierto :)
Un abrazo Juca.