Van a ir a comprarse un vestido nuevo y un helado. Ha sido su primera decisión libre después de toda una vida de sufrimiento, plagada de gritos, de golpes, de chantajes emocionales, de tortura física y psicológica. Madre e hija van a aprovechar la ocasión para renovar su vestuario y endulzar un poco sus vidas. Vestidos nuevos, alegres, helados de chocolate y fresa significarán, a partir de hoy, un futuro perfecto frente al cadáver, ya antiguo, de un hombre que, tendido sobre su cama, duerme el sueño eterno gracias a un infarto fulminante y libertador.