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Perversidad

Solo le quedaba un cigarrillo. Lo miró y suspiró aliviada al comprobar que la soledad de aquel objeto en el interior de la cajetilla, suponía un mínimo consuelo para ella. Sin embargo, él lo acarició como si fuese el único ser capaz de proporcionarle el placer que necesitaba. Lo sostuvo con la suavidad de un amante fiel y, ante la mirada aterrorizada de unos ojos hundidos por el espanto, lo encendió muy despacio, ensimismándose, sumergiéndose en un universo salvaje y despiadado. Entonces, aquella piel joven, mil veces torturada, sucumbió de nuevo, ante la depravación de otro ser humano.
Jucapega196322 de marzo de 2017

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