Rostros desahuciados, macilentos,
Cuerpos que susurran letanías mortecinas,
Manos abrazando negras sombras, clandestinas,
Ojos apagados e indefensos.
Voces acalladas por la infamia,
Sueños derrotados por el miedo,
Risas que se trocan en lamentos,
Ecos de infortunio y añoranza.
Almas que se aferran a la vida
devorando su destino a manos llenas,
seres que soslayan sus cadenas
en busca de una luz, una salida.
Refugiados de hoy, de ayer y de mañana,
Hermanos en miseria y desventura,
Camaradas cuyo sino es la tortura
engendrada por la vil especie humana.