A veces las apariencias no engañan y todo es lo que parece ser. Y así es ella, clara, transparente, incondicional; como la inmensa luna que la arrulló al nacer, en una fría madrugada de marzo, y le regaló aquellos ojos envueltos en color azul. Ojos heredados de su abuela, que miran con la frescura y la belleza de las aguas cristalinas. Ojos como trenes, que viajan a un mundo mágico donde una copia de más significa que todo es posible, auténtico. Ojos que se asoman desde el balcón de su eterna sonrisa, para invitarme cada día a la gran fiesta de la vida.
Muy tierno. Disfrútala.
Un saludo.