Como todos los días,
cada mañana,
se levantan los párpados,
se humedecen los ojos;
como todos los días
por ellos entra más luz de la que sale.
El primer suspiro consciente
rasga los pulmones,
que se resisten a ser llenados,
y el cuerpo espera a que el alma
vuelva de donde quiera que huye,
como todos los días,
buscando paz.
Y como todos los días,
en vicioso ciclo,
la voluntad ocupa, una vez más,
el lugar de la ilusión
e impulsa ese pie
que ha de helarse al tocar la tierra.
Cada mañana,
como todos los días.
Si cada mañana me enfrento a lo que expresas en este escrito.
Saludos