De cólera serena los ojos llenos
miran pálidos estigmas del pasado
que ella a su paso fue abriendo,
sangrantes senderos en la piel trazados.
Fe da mi corazón de que la amé
desde los surcos de este páramo,
mas su arado hendió en mi carne
buscando sembrar solo espanto.
Del amor al odio hay un suspiro
que me resisto a exhalarlo.
Mi corazón solo tiene una cara.
Simple, estúpido romántico.
No quiero sentir odio, no lo siento.
Mas sigo sin comprender mi pecado,
si fue levantar de amor un templo
¡cuanto esfuerzo inútil, cuanto!
