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El Viejo (i)



Como casi todos los años la primavera se había adelantado. Ya comenzaban a florecer las retamas, las cigüeñas iban llegando de su largo retiro, o quizás no se habían ido, el invierno en el sur es tan suave, tan corto... Una bendición para los cansados huesos del viejo.
Caminaba lentamente, arrastrando un poco los pies; apoyado en su muleta avanzaba disfrutando los tibios rayos del sol que a esa hora de la tarde eran los mejores amigos de su reumatismo. No se movía ni una hoja de las palmeras que surcaban el paseo marítimo, el levante, tan constante como cansino había parado de soplar para disfrutar junto al viejo de aquella luminosidad, de aquella paz que emanaba de la bahía en calma. El mar sereno como plato de aceite reflejaba la luz solar como un espejo verde, que se fundía a lo lejos en un intuido horizonte con un azul lechoso envuelto en una fina calima, que se difuminaba hasta desaparecer al acercarse a la costa. Aquí y allá asomaban heroicas las salicornias, plantas de marisma, verdaderas supervivientes de condiciones extremas, inundadas por las mareas y azotadas por los vientos; que maravillosa metáfora para ilustrar su vida, pensó.
Por fin había llegado a la línea de bancos que recorría el aparatosamente grande paseo, con sus inmensas explanadas y aquellos edificios oficiales tan sin gracia, fruto de la megalomanía de un pretérito alcalde. -¡Que borricos somos!- sentenció al comprobar una vez más el contraste de la belleza natural de aquel paraje con la devastadora estética humana. Se quedó un rato de pie, como queriendo fijar en su mente a través de todos los sentidos ese momento.
Ligeramente encorvado, con nudosas manos maltratadas por el tiempo y el trabajo, lo que más destacaba de él era su rostro, de tez morena y profundamente arrugado, estaba en paz, pero transmitía una inmensa pena. Sus pequeños ojos, tras las gafas no tenían brillo y su espesa barba blanca ayudaba a dulcificar la sombría expresión.
Su ropa estaba arrugada y algo raída, pero la llevaba con dignidad, en fin, era un viejo, uno de tantos con los que la gente se cruza sin siquiera mirarlos, ciegos sin poder ver al hombre que va dentro. Pero ese hombre estaba allí, encarcelado en una celda de años y soledad.
Se acercó a su banco, habían compartido muchas tardes, habían visto pasar mucha gente que les ignoraban por igual a ambos, pero no le importaba, ese era su santuario, allí nadie le molestaba, nadie le importunaba... Nadie le acompañaba, porque nadie se sienta con un viejo.
Se acomodó y recuperó el aliento. Observó atentamente a las personas que recorrían el paseo, amas de casa en chándal que ceñían sus voluminosos y atractivos -para él- traseros, jóvenes que sudaban y resoplaban por el esfuerzo de un mal entendido culto al cuerpo, niños que hacían arrastrar sus bicicletas a los papás, en fin, toda una fauna que le resultaba extraña, ajena a su realidad, aunque recordaba haber tenido la edad de los niños, la vitalidad de los jóvenes, aunque no el trasero de las amas de casa, -¡qué maravilla de traseros!-.

"Es el comienzo de un relato corto".
Jucatohi11 de diciembre de 2010

14 Comentarios

  • Avelibre

    Tu realato es tan extraordinario como tus poemas querido amigo.
    He podido ver a través de los ojos de ese hombre, he podido sentir su soledad y su sumisión, he llegado a sentir el aroma de esas aguas y disfutar de sus tonalidades... .
    Mi estimado Juca, me sorprendes cada día. Tu pluma me transporta.

    Te dejo un fuerte abrazo ya esperando por leer tu siguiente escrito.

    "Pero ese hombre estaba allí, encarcelado en una celda de años y soledad."
    Debo resaltarla, esta frase es particularmente bella!

    12/12/10 03:12

  • Jucatohi

    Mi querida e indulgente amiga, tus comentarios siempre me animan.
    No deja de maravillarme que mis cosas, escritas tan "para mí", puedan gustar a otros.
    Gracias, alma sensible, por apreciar mis pobres ocurrencias.
    Un saludo entrañable.

    12/12/10 10:12

  • Beth

    Sigue, por favor. Me ha encantado. Me gustaría tener esa capacidad para describir paisajes y sensaciones

    12/12/10 10:12

  • Jucatohi

    Mi amiga Beth, muchas gracias.
    Tienes esa capacidad, aunque no siempre deje comentarios, me muevo en las sombras y leo, aprecio y aprendo.
    En cuanto al relato, es posible que lo siga compartiendo, cuando me decida por alguno de los dos desarrollos que tengo entre manos.
    Gracias de nuevo y un gran abrazo.

    12/12/10 11:12

  • Alumine74

    Jucatohi la introducción narrada de manera tan descriptiva invita a querer leer mas.
    Buena manera de crear, soy observadora y creo que vos también porque existen muchos detalles en tu relato que son caracteristicos de las personas que se detienen a ver un poco mas allá de lo que la furiosa vorágine cotidiana deja apreciar.
    Espero lo proximo
    Saludos para vos!!!

    12/12/10 12:12

  • Jucatohi

    Gracias Alumine, la vida es como una pintura impresionista, la vemos tan rápido y tan de cerca que nos parece borrosa y sin sentido. Pero si nos retiramos un poco y la miramos queriendo ver... empiezan a aparecer detalles, a definirse contornos y podemos comprenderla un poco mejor.
    De nuevo gracias por pasar por mi rincón.
    Salud.

    12/12/10 01:12

  • Marinera

    Bueno, seguiré leyendo hasta ver donde llegas
    Besos

    13/12/10 08:12

  • Jucatohi

    Hola amiga, ya veremos, no se si continuar porque no me acaba de convencer el siguiente tramo. Ya veremos.
    Gracias por estar siempre ahí.
    Castos besos.

    13/12/10 10:12

  • Marinera

    el problema es que has abierto un relato con una narración, no te has basado en nada concreto, con lo que ahora tendrás que luchar para focalizar la trama, difícil reto te veo.
    Besos

    13/12/10 11:12

  • Jucatohi

    Evidentemente de esto sabes más que yo.
    Pero como no pretendo hecer otra cosa que narrar todo el rato...
    Realmente no hay trama, solo presentación hasta el final.
    Cuento con tu crítica constructiva para aprender mucho.
    (Entre tú y yo... como no pretendo comer de esto, paso un oeuf de la técnica). :3
    Besos y abrazos surtidos.

    13/12/10 12:12

  • Teresina

    Me encantó tu relato,pues yo soy nacida a la orilla del mar y también me he sentado muchas veces a ver pasar a la gente y si bien yo nunca me he sentido sola si he visto la soledad en otras personas tal como tu lo has descrito.Y me has hecho pensar y eso siempre es bueno..Besos cariñosos

    13/12/10 04:12

  • Jucatohi

    Gracias Teresina. Encantado de que te guste.
    Un afectuoso saludo.

    13/12/10 04:12

  • Danae

    ...ciegos sin poder ver al hombre que va dentro. Pero ese hombre estaba allí, encarcelado en una celda de años y soledad.

    Te has metido en la piel de ese anciano. Es muy emotivo. Siempre he pensado que el mayor dolor de la vejez es sentirse atrapado en un cuerpo que no se siente ya como propio.
    Un abrazo inmenso, seguiré leyendo.

    16/12/10 03:12

  • Jucatohi

    Danae, gracias por tu comentario. Pues sí, he tratado de meterme en su piel, y no es agradable sentirse atrapado, es para pensar...
    Espero poder mantener el nivel.
    Gracias de nuevo y un saludo.

    16/12/10 03:12

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