Esperando está la luna
que te asomes a tu ventana,
ya que es tu rostro el que ilumina
y hace la noche clara.
En tu cara ella se mira
apoyada en una rama,
suspira y te sonríe,
te llama, muy quedo, ¡hermana!
El Sol hoy no se levanta,
remolonea en el horizonte.
Tu luz espera anhelante
porque de ella sus rayos tome.
El viento está en suspenso,
de tu aliento que lo forme.
La Tierra ni un grado gira
hasta que tu pie la roce.
Ya no entiendo la vida
sin tu dulce compañía,
sin tu presencia en la noche,
sin tu luz que la hace día.
Ya no se mueve el mundo,
mas que cuando eres mía.
Amigo Antonio, mi agradecimiento ante todo. Dos musas me empujan: la pasión y la desesperanza. Esta vez le tocó a la más amable.
Gracias de nuevo y un cordial saludo.