Ahí viene.
Como todos los días, provocando,
deslizándose entre la mediocridad.
Sabiendo que atrae todas las miradas.
Un día más siento una punzada en mi pecho.
No puedo disimular mi deseo.
¡Algún día!
¡Que bien le sienta el rojo!
Quisiera deslizar mis manos,
agarrar con pasión,
desatarme.
Las mariposas juegan en mi estómago
e hipnotizado sigo su recorrido.
¡Algún día!
A veces se detiene en el semáforo
y entonces me recreo,
sin pudor alguno
recreo mis ojos y silbo.
No lo dudes.
¡Algún día!
¡Algún día tendré un coche igual!