A las puertas del llanto y el gemido
una flor mustia sin sembrar recojo;
en sangre besos a su espina arrojo
y amor entierro en infinito olvido.
Amor entierro, para mí prohibido,
de más está vivir siendo despojo;
solo conmigo en soledad me alojo
por bueno dando todo lo aprendido.
A mi me rindo, a mi mismo me gano;
deidad y rey, rehén y fugitivo,
a esto aspiro y sin ceder mi mano.
En esta reflexión soy decisivo;
dos mismas almas en un ser, no en vano:
de nadie soy...y para nadie vivo.