Pretendía un nuevo mundo, donde el amor y la pasión trabajaran juntos y con ternura y dulzura construyesen vida sin rencor, sin odio, sin dolor. Que las montañas no dieran jamás la espalda a los campos, que la mar regara la tierra brotando semillas de paz con la que alimentar nuestras bocas. Pretendía tranquilidad y sosiego, un lugar donde todo ser humano y animal se juntaran olvidando el desprecio y alejando a un lado sus diferencias. Ver el egoismo atado de pies y manos bajo la sombra de un árbol, la tristeza tirarse por un acantilado pidiendo a gritos la muerte, toda la maldad suicidarse con un disparo en la cabeza al darse cuenta del daño que había hecho a la gente. Lejos quedaba la envidia a la que ya nadie hacía caso y que con el paso del tiempo se convirtió en locura y nada la podía curar. Pretendía el renacer de una nueva era, la era de la felicidad, en la que el viento mostrase el camino verdadero, en la que la madre naturaleza dejara de provocar catastrofes y se dedicara a proteger a los suyos. Que se pudiera vivir de ilusiones en las que todo es posible y donde la suerte siempre estaría de nuestra parte. La esperanza y la fe serían nuestros padres, nuestros maestros y nuestros amigos y hermanos los que con ellos al lado el mundo sería mucho mas elegante y hermoso. Un mundo nuevo en el que no existan enfermedades y que la vida durase eternamente, sin envejecer y sin abandonar lo bello que es vivir.
Pretendía un mundo...y mi sueño se quedó en nada.
