Las puertas cedieron ante el embriagador aroma que despedía una rosa.
Una flor hermosa que caminaba contoneando su perfecto cuerpo envidiando a las demás que se marchitaban ante la preciosa mirada de esta.
Su presencia surtía de protección a mi alma, vagamente atormentada debido al tiempo perdido sin orientación alguna. Ahora una luz se reflejaba en mi rostro, ahora mi cuerpo desencadenado tanto tiempo se despoja de las cadenas para seguir sus pasos hacia un paraíso donde satisfacerla con mis servicios. Un sueño de realidad, una ilusión verdadera me hizo preso y un aura de magia blanca hechizó mis sentimientos hacia ella en un instante. La esencia brotó y nos miró a los dos, nos otorgó felicidad y alegría, creó un vínculo poderoso alrededor nuestro. Dos haces de luz se unieron dando como resultado una intensa llama que avivaba con fuerza. Ni el peor de los miedos fue capaz de volver a cerrar las puertas porque desde ese momento siempre permanecerán abiertas a ella, porque ahora compartimos una vida. Comprendí que cupido había jugado un papel importante por primera vez desde que nací. Al fin mi alma ahora sosegada destierra sus temores y la paz que nos cubre a ambos con un manto de seda, nos hace vivir la realidad, nuestro cuento dulce con final feliz. Pude percibir sus latidos nada mas abrirse las puertas de mi corazón, fue entonces cuando surgió el amor...
