Sí, yo creo en mi. Tengo fe en mi misma y eso me engrandece porque, a pesar de todas las duras críticas, las correcciones y los gritos, sigo luchando y soñando todos los días con poder introducir mi fantasía en el mundo real, porque he descubierto que, a pesar de lo que pueda parecer, no existe crítica, corrección o grito que me aleje de lo que más anhelo, porque para mi es todo o nada, y esta vez no voy a dejar que ningún nada se apodere de mi como habitualmente. Y me pregunto, ¿cuál es el destino de las lágrimas que se deslizan por mis mejillas? Su objetivo es avivar una ilusión que se alimenta de ellas, y cuando ya son muchas lágrimas, se unen y se convierten en una gran gota que me susurra al oído que no puedo tirar ahora la toalla, que es demasiado trabajo, tiempo y esfuerzo como para abandonar, porque yo puedo y porque cree en mi. Y yo me lo creo, porque puede que parezca una metáfora, pero es una metáfora parlante.
